La salida del cortejo-procesión de los treinta y tres cisnes tuvo lugar por la tarde desde el centro de la ciudad hasta llegar a los edificios de la exposición.
Los cisnes eran de plástico negro de tamaño natural y su número aludía a los treinta y tres días que tarda en incubarse un polluelo de cisne. Estaban huecos y albergaban en un interior radiocasettes que reproducían reclamos y cantos de cisnes, sirenas de alarma de la Segunda Guerra Mundial y una versión de El lago de los cisnes de Chaikovski remezclada por el propio artista.